El DIAGNÓSTICO del OSTEÓPATA

A la hora de presentar al estudiante cosas como la amigdalitis, difteria, fiebre escarlatina, paperas y las diferentes formas de enfermedades de la garganta y glándulas del cuello tenemos la sensación que nos pondríamos en una posición comprometida si nos dejáramos guiar por los libros o escritos que existen de las autoridades de dichas enfermedades. Ni tan siquiera dos de ellos están de acuerdo en el diagnóstico y el tratamiento, o al menos no han establecido un método fiable que asegurará el tratamiento eficaz de alguna de estas enfermedades.

 

Ellos fracasan en darnos una filosofía que vaya hacia la causa de la incipiente congestión, fermentación y la inflamación y degeneración de las membranas superficiales, y el tejido del la boca, garganta, submaxilar y los ganglios cervicales. Ellos simplemente afirman que de este modo y así es la amigdalitis, difteria, fiebre escarlatina, paperas y así toda la lista de nombres otorgados a dichas enfermedades que hacen referencia a la zona cervical, esófago y la tráquea.

 

He examinado con detalle libro tras libro que son conocidos como materias básicas en estas enfermedades. Hablan sobre el análisis del esputo y nos hablan sobre las bacterias, y todo sobre la naturaleza contagiosa de las bacterias que encontramos en las membranas mucosas de las glándulas del cuello, submaxilar y demás. A medida que leemos estamos igual como si no hubiéramos leído nada ni analizado el esputo u otras sustancias. El paciente está enfermo, sufriendo y muere. Nos hemos reunido intentando seleccionar las mejores ideas del día; y al final cuando esperamos ver una luz, estamos inmersos en la mas profunda desesperación, y nuestro paciente está muerto. No hemos aprendido nada.

 

Esta ha sido mi experiencia durante cincuenta años. He gastado mi dinero en libros. He perdido mucho tiempo en leerlos, de cientos de autores que he consultado sobre las enfermedades de la garganta, el cuello y hoy el tratamiento sigue siendo la misma vieja historia, tranquilizantes, opiáceos, aplicación de cremas, friegas, y con un bisturí quitar las zonas blancas que cubren las distintas partes de la garganta y las amígdalas. Nuestro paciente muere y todo lo que podemos decir es que a partir de las observaciones de todos los doctores desde el pasado hasta el día de hoy, ha tenido la mejor atención científica posible. Analizamos la orina, la sangre, la materia fecal, y obtenemos muchos tipos de bacterias y la muerte de nuestro paciente.

 

Pregunta:

 

¿No es hora que los osteópatas anatomistas y fisiólogos dejen esos viejos libros que no tienen nada salvo montones de páginas inútiles, y dejadme decir, que no sirven de nada, son todo tonterías?

 

No obstante muchas personas que parecen estar bien educadas practican esas viejas teorías. Hablan con tanta excitación durante todo el día como si pensaran tener la razón, pero cuando las aplican, la muerte es el resultado. Estos hombres, son como una mula nacida en una mina de carbón. Nacieron en la oscuridad y no tienen ni idea de lo que significa la palabra luz. Esas mulas es lo que tenemos hoy, que pueden escribir grandes y pequeñas palabras con carácter místico y compilarlas durante miles de años. Hablan mucho en voz alta y nos venden sus voluminosos trabajos. Los estudiamos atentamente hasta la media noche, gastamos toda nuestra energía y mientras los leemos decimos, “vendido otra vez”.

 

El osteópata ha de dejar de coleccionar esos viejos libros y compilaciones, quemarlos y tirarlos al viento que es de donde vienen. Que sus cenizas vuelvan a la tierra para abonar el suelo, ya que no han aportado nada a la inteligencia del hombre.

 

Seamos compasivos con el viejo doctor. Ha hecho lo más que ha podido pero no ha conseguido nada. Dejadnos decir que admiramos su valor, pero no podemos decir que lo que hemos heredado de los doctores de todos los tiempos nos dé un pedacito de lo que hemos estado buscando- la verdad-, que podamos aplicar a nuestros pacientes que sufren y sepamos desde el principio que el resultado será la recuperación de la salud. Como osteópatas hemos defendido el papel solitario del mecánico. Él ha sido capaz de cambiar la visión durante treinta y cinco años y ha determinado por encima de toda controversia, que la sangre es el alimento de la vida. Cuando el sistema puede hacer uso de ella tenemos salud, cuando no, la enfermedad y la muerte son las únicas palabras.

 

AT. STILL

"investigación y práctica"