Los niños, al igual que los adultos son susceptibles de padecer problemas digestivos. Especialmente hay uno que preocupa, o no sé si es porque el niño se queja demasiado y alerta a las madres , que es el llamado cólico del lactante, pero además, vemos cómo parece que los niños también van estreñidos, pese a sus pocos momentos de vida.
Sea cual sea la causa del problema digestivo, el osteópata no pensará en la patología y el remedio que tiene asignado para ella, como se espera y se suele hacer en la medicina que ya estamos acostumbrados. Entiendo y respeto que el médico o terapeuta ya tiene un remedio asignado para esa patología o disfunción digestiva, sea la que sea. Funcione o no, la madre parece que se va contenta, pues se va con el algo en el bolso, se va con una respuesta, y eso, queramos o no, en una madre que ve cómo padece su bebé, ya es algo, y muchas veces mucho.
Pero mamás, papás, el osteópata debería razonar de otra manera, y no tiene un remedio asignado en el bolsillo para cada síntoma. El osteópata, razona no a partir del síntoma y lo que se espera hacer con respecto a ese síntoma. Por tanto, por favor, no esperéis que enseguida vaya a tocarle la barriguita a vuestro bebé, y empiece a masajearla y demás… Es curioso, pero cada vez se ven más artículos de osteópatas por ahí que razonan de esa manera, y en sus artículos ponen cuál y dónde está la causa de ese problema. El osteópata no debería razonar de esta manera frente a un síntoma…
El osteópata tras hablar con la madre deja el síntoma o el nombre de lado, para sumergirse en lo que la estructura del cuerpo quiere decirle. ¿Qué significa esto? Que el osteópata revisará el
estado del “coche” para ver si hay impedimentos en el lugar que sea para la buena circulación sanguínea o nerviosa. A menudo, en el camino para encontrar esto, el osteópata que busca en la
estructura del cuerpo de nuestro bebé, se detendrá en gran medida en el cráneo. Por muchas razones, pero entre otras porque sabe que quizá alguna tensión, y ojo, no voy a hablar de algún problema
o patología o enfermedad padecida durante el embarazo o parto. Simplemente alguna tensión del origen que sea, provocará alteración
en la estructura del niño, es decir, que disminuirá la movilidad de alguna parte del cuerpo del niño, y una de las más afectadas suele ser el cráneo. El osteópata sabe que en el cráneo ,
especialmente en su base está la central del sistema nervioso parasimpático, que cuando actúa correctamente asegura en gran medida las funciones y movilidad correctas del sistema digestivo. El
osteópata, sabe o al menos debería razonar a partir de ello, que si el sistema nervioso no da los impulsos adecuados, las órdenes
adecuadas y con la frecuencia que toca a ese sistema digestivo, la disfunción, la alteración y probablemente el síntoma que sea no tardará en llegar. Por ello, el cráneo será en gran
medida importante en esta exploración en busca de algún indicio de la causa de ese cólico o estreñimiento o cualquier patología digestiva que sea.
Pero el osteópata, no actúa en base a recetas, en base a tratamientos prescritos para el síntoma que sea, sino que razona a partir de la estructura. Entonces, seguirá buscando de forma concentrada en esa estructura, “esas pequeñas cosas que son grandes en la ciencia de la osteopatía” (Dr. Sutheland), buscará en la columna , en la pelvis…etc., por todo el conjunto del cuerpo, zonas donde la movilidad no es la adecuada, explorará el sistema digestivo de ese niño, su diafragma… pero no irá a buscar nada en concreto, simplemente lo mirará, lo explorará, y verá si ahí, hay algo anormal que hay que devolver a su normal movilidad.
De este modo, nos encontramos con un síntoma, y un osteópata que razona a partir de la estructura de ese niño, y que cuando vea alteraciones que impiden la correcta circulación sanguínea y nerviosa en esa estructura, se detendrá ahí para devolver la movilidad y esperar así que el cólico, el estreñimiento o la alteración digestiva que sea desaparezca.
Franki Rocher D.O